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Hablarte nada más que de la complicada historia sería un perjuicio



Hola, mi nombre es Edward Muñoz (también conocido como “El Campeón”), y eres muy bienvenido a mi blog oficial!

Como tu entrenador, podrías estar interesado en las experiencias que han contribuido a quien yo soy el día de hoy. A continuación, algunas informaciones relevantes y otras que podrían servir como “Trivialidad”. En cualquier caso, te invito a un acercamiento a “Mi Mundo”.

Soy experto en ayudar a las personas a convertirse en “IMPARABLES” en sus negocios, carreras profesionales y en lo personal. Mi mensaje para las personas es: “Desencadena El Campeón Dentro De Ti”, ya que cuando las personas trabajan conmigo, elevan su mentalidad y rendimiento para producir resultados significativos en sus vidas. Como autor, orador y entrenador de Desarrollo Personal, me apasiona empoderar a las personas a vivir la vida al máximo.

En mi blog, se tratarán temas tales como: El Espíritu Empresarial, El Crecimiento Personal, La Creación de Riqueza, entre otros. Y lo más importante aún, tendrás acceso a una amplia variedad de estrategias que te van a empoderar a diseñar tu destino, basado en lo quieres y lo que es importante para ti.

Crianza

Nací y me crié en un hogar Dominicano en Brooklyn, (Nueva York) con tres hermanos. A pesar de que crecí en un ambiente de calles infestadas de pandillas, me apoyé en mis padres quienes proporcionaron una base para mis lecciones en la vida. Mi madre, que trabajaba en dos empleos para mantener a su familia, siempre me dijo: “Edward, las personas poderosas y responsables siempre cumplen su palabra, trabaja duro y nunca mientas.” Mi padre, que llegó a los Estados Unidos desde la República Dominicana, era conocido como un estricto disciplinario. Él solo tenía una educación de octavo grado, pero se retiró con un saludable patrimonio neto de seis cifras. Para él era muy importante trabajar duro, ahorrar e invertir dinero. Él nos enseñó que: “Si deseas algo con todas tus fuerzas, encontrarás una manera de hacer que suceda.”

A la edad de 14 años, obtuve mi primer trabajo. Los fines de semana entregaba boletines de descuentos de los supermercados en vecindarios de Queens, (Nueva York) caminando, es decir a pie de 6:00am a 2:00pm. Durante los meses fríos de invierno, capas de ropa de a dos cada pieza (pantalones, sudadores, medias) seguidos por una cubierta de plástico para evitar que la nieve atravesara hasta ellos. Trabajar al aire libre en el verano no fue nada fácil, ya que significaba sudar abundantemente. Después de mi ruta regresaba al supermercado para empacar las bolsas de compra para los clientes, una experiencia que pagaba el salario mínimo más propinas.

La mayoría de edad en la Infantería de Marina


A la edad de 18 años, entré a la Infantería de Marina en busca de un cambio y una oportunidad para crecer. Después de 6 meses, estalló la Guerra del Golfo y no tuve más remedio que ir al extranjero. Fue una experiencia agridulce, mientras aprendí otra lección de vida “La Disciplina”.

No me sentía cómodo recibiendo órdenes de la Autoridad. Odiaba hacer el turno de vigilancia nocturna durante los ejercicios de entrenamiento en el campo, lo que significó la interrupción del sueño a mitad de la noche de 1-2 horas diarias. Cada semana las habitaciones en el cuartel tenían que ser totalmente limpiadas. A veces, después de varias horas de limpieza fracasábamos en la inspección y todo tenía que ser limpiado de nuevo para cumplir con la satisfacción, tanto del Sargento como del Teniente. A lo largo de mi experiencia en el Cuerpo de Marines, aprendí que la disciplina consistía en ser organizado, dispuesto a cumplir órdenes y superar las expectativas de liderazgo.

Estancado “De Mala En Peor”

En 1994, regresé a Nueva York pensando que finalmente había dejado la guerra atrás, solo para encontrarme a mí mismo dentro de otra guerra “La Pobreza”. Con poco dinero, me vi obligado a regresar a la casa de mis padres para vivir en el sótano. Dormía en un cuarto con un frío glacial durante los meses de invierno, mientras que el aire frío se filtraba a través de los plásticos que trataban de cubrir las rendijas de las ventanas. Duchas de agua fría era la norma, debido al exceso de trabajo del calentador de agua. Mi salvación fue un pequeño calentador eléctrico y un saco de dormir de la Infantería de Marina.

En el otoño del año siguiente, me inscribí en clases de Artes de Comunicación en El Instituto de Tecnología de Nueva York. Ir a la universidad era una mejor opción que pasar el tiempo en las calles y meterme en problemas con mis amigos. Sin embargo, no tenía dinero y tuve que saltar los torniquetes en lugar de pagar la tarifa del metro sólo para poder ir a la escuela. Para poder cumplir con mis obligaciones, tomé diferentes puestos de trabajo. Trabajé como representante de servicio al cliente a tiempo parcial para una empresa de Reparaciones de Televisores y Radios, que al final no me pagaban bien y hasta pasaba hambre. A pesar de que yo estaba trabajando, a veces sólo podía darme el lujo de comprar un plátano, un hot dog o un jugo pequeño para el almuerzo. Por lo tanto, busque conducir un taxi y llevar a clientes a algunos de los peores barrios de Brooklyn (poniendo mi vida en riesgo muy a menudo). Estaba decidido a terminar la escuela, así que continué estudiando a tiempo completo mientras trabajaba durante el día. Mi futuro parecía incierto y me sentía como un esclavo de mis circunstancias. A menudo estaba cansado, con sueño, frustrado y avergonzado de lo que se había convertido mi vida.

Justo cuando pensé que las cosas no podrían empeorar, así sucedió. El motor de mi vehículo se averió y me era necesario cambiarlo, así que lo llevé al taller de mecánica. Mientras esperaba por la reparación, caminé hacia un salón del local para jugar billar. Nunca había estado allí, y el lugar tenía la reputación de ser un punto de venta de drogas. Conociendo esto aun así entre al lugar. Para mi mala suerte, pasados 15 minutos de estar jugando billar, policías invadieron el lugar y todas las personas fueron esposadas, incluyéndome a mí. Afortunadamente, después de un largo interrogatorio, encontraron al individuo que buscaban y fui liberado. Me retiré de la escena, y jamás regresé.

Varios meses después tomé parte de mis ahorros duramente ganados e inicié una ruta de helados. El negocio era prometedor, hasta el punto que dejé que un joven condujera el camión y supervisara al ayudante. Yo pasaba por ahí durante las horas de mucho movimiento para observar como él perseguía las jovencitas en lugar de enfocarse en su trabajo. Me resistí a la necesidad de despedirlo y le di una segunda oportunidad. Ese verano perdí todo mi dinero y acumulé una enorme deuda, me vi obligado a vender mi taxi para pagarle a la persona que me rentó el camión de helados. Mi nuevo método de transporte era una “chatarra”, uno de los taxis más baratos y viejos en el mercado, el cual a menudo se me apagaba con pasajeros en medio de las avenidas en lugares indeseables.

Fracaso tras fracaso, me volví perezoso, depresivo y abrumado. Dormía largas horas y comía varias veces en el día, por lo que llegué a convertirme en una persona aun más negativa. Cuestioné mi vida y mis acciones pasadas. Me sentí como una víctima y odié mi vida.

Ese período de mi vida fue muy frustrante. Me sentí como si estuviera girando en mi rueda todo el tiempo, sin llegar a ninguna parte. Estoy seguro de que te puedes sentir identificado con mi historia. Parecía que cuanto más lo intentaba, más era la deuda acumulada. Trataba de ir cinco pasos hacia adelante, y terminaba yendo diez pasos hacia atrás. Yo sabía que había tocado fondo cuando el dinero que había tomado prestado a mi madre para iniciar mi negocio de los helados se había perdido por completo. Los camiones estaban todavía ahí, pero simplemente no producían.

No tuve más remedio que trabajar una semana de 80 horas como taxista. Yo prácticamente dormía en mi carro porque tenía que hacer lo suficiente para sobrevivir y pagarle a mis cuatro empleados. Mi negocio de mercadeo de red fracasó y mi novia me dejó. Y como si eso fuera poco, entraba a escondidas a la casa donde yo vivía para evitar ver a la propietaria porque no tenía para pagar la renta que le debía. Me atrasé tanto, que se convirtió en vergüenza el sólo hecho de volver a casa. Ella vivía en el primer piso y yo vivía en el ático, así que por lo general me sorprendía a pesar de que trataba de escabullirme en silencio delante de su puerta.

Con cada desilusión y obstáculo en el camino, me deprimí y abrumé más. Dormía muchas horas y comía varias veces durante el día como una manera de escapar de mis problemas.

Cuando llegaba a casa del trabajo me acostaba en el suelo mirando hacia el techo, y me preguntaba, ¿qué había pasado con mi vida? Aquí estaba yo, quebrado, triste y desesperado. Mi deseo de convertirme en millonario se disipaba con todos mis problemas. En lugar de pensar en tener éxito, me consumí por mis problemas.

Yo estaba tan quebrado, que me pasé el verano sin aire acondicionado. Usted puede imaginar el calor que hacía en mi ático de 2 habitaciones y 400 metros cuadrados. Luego, cuando llegó el invierno y las cosas se enfriaron, tuve que ir a una tienda de segunda mano para comprar un abrigo usado porque no podía darme el lujo de uno nuevo.

Pasaban los meses y las cosas solo se ponían peor. Me sentía atrapado en mis circunstancias y problemas, hasta empecé a sentir que no habría manera de salir. Sin preocuparme por nada, deje de pagar las multas de parqueo y la consecuencia por ignorar las multas fue que mi vehiculo fuese remolcado cinco veces en sólo un año. Cuando iba a ver a mi padre, este decía: ¿Has venido a pedirme más dinero? Porque no tengo nada más para ti. La palabra “vergüenza” en esos momentos que quedaba chiquita.

Para evitar toda esa vergüenza con mi familia, amigos y compañeros decidí evitarlos de la siguiente manera: trabando, comiendo, durmiendo y quedándome en casa. Un día mientras trabajaba el turno de noche en la base de taxi, me encontré con una mujer que era una drogadicta muy conocida. Tomando en cuenta que la base de taxi se encontraba en el Este de Nueva York en el mismo corazón de Brooklyn, uno de los barrios con mayor índice de criminalidad, en los años 90 antes de la llegada a la alcaldía de Giuliani.

Esta señora se acercaba para vender cosas que había robado con el fin de comprar más crack y cocaína.

De todos modos, “Nicky” se acercó a mí para venderme un radio de segunda mano. Le dirigí una mirada y contesté: “Tú sabes que yo no compro mercancía robada.” Bajó la cabeza y dijo que sólo quería ver si yo podía darle un poco de dinero porque tenía hambre.

Bueno, no dije ni una palabra. Volteé mis bolsillos y le mostré que no tenía dinero en lo absoluto. Fue la primera vez en dos años como conductor de taxi que no tenía ni un centavo. Así de mal estaban las cosas.

Nicky no podía creer lo que veía. “Siempre tienes dinero!”, dijo. Luego se calmó un poco y me preguntó si tenía hambre.

Yo realmente no quería responder, pero antes de que lo hiciera, sacó un puñado de monedas de su bolsillo y me las pasó. “Toma esto para cenar de mi parte”, dijo. Cuando intenté regresárselo, ella no lo aceptó. “Cuántas noches he comido gracias a ti, ahora quiero devolverte ese favor”, dijo.

Yo no podía creer lo que estaba sucediendo. Aquí estaba una adicta al crack que vino a mí en busca de ayuda, y finalmente fui yo quien necesité su ayuda. Oh Dios, me golpeó como si hubiese sido con una tonelada de ladrillos. Fue entonces cuando supe que había tocado fondo y empecé a darme cuenta de lo mal que realmente estaban las cosas.

Nicky procedió a decirme que debía ser más positivo a pesar de saber que las cosas eran difíciles en ese momento, cuando le dije que prácticamente me había rendido ante las circunstancias.

Mire joven, sé que no soy la mejor persona para dar consejos, pero si quieres ser rico y exitoso eso no sucederá si sigues alrededor de esos taxistas fregados. Es necesario que conozcas y te asocies con personas de éxito.

Cuando le pregunté: ¿Dónde iba a encontrar personas de éxito? Se echó a reír. Entonces dijo: ¿Me estás preguntando? Luego se puso seria de nuevo y continuó diciendo mira, yo no sé dónde encontrarlas, pero sé que no las encontrarás aquí, en tu carro, en este barrio, a la espera de una llamada de la base.

No sé si Nicky lo sabía o no, pero le había dado al clavo por la cabeza. Yo había desarrollado de alguna manera una mentalidad negativa. No es de extrañar mis opciones de negocios no iban bien. Me di cuenta que tenía una actitud más negativa que ella, y decidí en ese mismo momento que yo iba a hacer todo lo posible para convertirme en un “Campeón Imparable”.

Desencadenado



En 1996, un amigo me invitó a una convención sobre mercadotecnia de redes en Nueva York. Yo estaba desesperado, así que acepté la invitación. En unos momentos, un hombre llamado Pablo Zabala me hipnotizó. Él fue el orador en el escenario. Con una presencia elegante, inspiradora y poderosa. Su mensaje era: “El Poder del Crecimiento Personal”. Fue la primera vez que escuché este concepto. Él explicó que cuanto uno más crezca, más feliz será y más dinero hará. Todo el público quedó cautivado y comprometido. Por primera vez en mucho tiempo, pude ver un nuevo y brillante futuro. Estaba ansioso y emocionado de iniciar un nuevo capítulo en mi vida.

Tuve el coraje de acercarme a él en el descanso. Le pedí que me recomendara una lista de buenos libros para leer. Me recomendó un solo libro para empezar, titulado: “Piense y hágase rico” de Napoleón Hill. Inmediatamente compré el libro y lo leí de principio a fin, empezando así mi viaje sin fin y la inversión de por vida en el Autodescubrimiento. Leí más libros sobre liderazgo, mercadeo, motivación y ventas. Asistí a varios seminarios, como Tony Robbins Máster University, Landmark Education, Zig Ziglar, Les Brown, Tom Hopkins, entre otros. Me encontraba en la búsqueda de “Desencadenar El Campeón Dentro De Mí”.

Imparable

Una vez leí que los empresarios más exitosos comenzaron con la venta de un producto o servicio. Esto me inspiró tanto que me uní a una compañía de “Mercadeo de Redes”, la cual estaba centrada en el bienestar. Me gustó el modelo de Mercadeo de Redes porque me permitía hacer negocio para mí mismo, pero con la diferencia de que tenía el soporte de los demás compañeros. Con capacitación y apoyo, aprendí a vender. Dominé la superación de las objeciones, la realización de presentaciones eficaces, pedir referencias y hacer cierre de ventas. También me hice un experto en empoderar a las personas, tales como el reclutamiento y la formación de equipos y el desarrollo de líderes. En pocos años, mi equipo en todo el país tuvo un average promedio de $ 3.5 millones en ventas anuales.

Poco después, la compañía de Mercadeo de Redes reestructuró y cambió el plan de comisiones, el cual premiaba las ventas, pero penalizaba la creación de equipos y la creación de ingresos residuales a largo plazo. El plan residual fue modificado para beneficiar a la mayoría de las personas con ingresos superiores. A pesar de que estaba en el soporte superior, no estuve de acuerdo con el cambio y, ciertamente, no me gustaba cómo esto había afectado el futuro financiero de personas que eran ambiciosas y trabajaban muy duro en mi equipo. No tenía nada en contra de la red de mercadeo, de hecho la amaba y estaba muy agradecido por todas las lecciones valiosas que había aprendido allí, pero decidí seguir adelante para perseguir una de mis pasiones.

Nada ni nadie me podía detener. Bienes Raíces me llamaba la atención, pero esto significaba que tenía que empezar todo de nuevo. Como emprendedor, me acostumbré a partir de cero. Por lo tanto, cree un plan y me apegué a el.




Llevé a cabo talleres para compradores y asistí a eventos de redes. Yo era tan persistente que toque 3000 puertas, a pesar de la lluvia y la nieve, y todo para introducirme con los clientes potenciales del vecindario. Al poco tiempo, construí un pequeño grupo de compradores y vendedores leales. A través de largas horas de duro trabajo y dedicación, me convertí en mejor vendedor de la Agencia en dos años y me ofrecieron además una posición de Asociación. En los años siguientes, construí un equipo de vendedores muy poderoso, el cual vendió más de $ 100 millones de dólares en Bienes Raíces.


Mi vida tomó un nuevo rumbo. Tuve la experiencia de sentirme “Imparable” en mi vida. A pesar de mis circunstancias, yo sabía que no eran más que eso “Circunstancias”.



Empecé a reconocer que mi historia para pasar de “Estancado a Imparable”, podría de alguna manera inspirar e influenciar en otros para hacer lo mismo. Amigos y familiares comenzaron a pedirme que les entrenara. Varias Universidades me invitaron para hablar a sus alumnos, así como también algunas Corporaciones me pidieron que pronunciara discursos a sus empleados. En el año 2007, puse en marcha mi negocio de charlas y entrenamientos.

La gente suelen preguntarse: Por qué me apasiona tanto ayudar a otros? Mi respuesta es que tengo una capacidad única para potenciar a las personas de como pasar de “Estancado a Imparable” en todas las áreas de sus vidas. La conclusión es que estoy comprometido a ayudar a las personas a perseguir sus sueños, a concentrarse en su pasión y a crear la libertad financiera.


Si te suscribes a mi blog y permaneces atento a mis boletines, te prometo que obtendrás las herramientas, consejos y recursos para capacitarte en tu viaje.


Edward R. Muñoz


CEO y fundador de la cadenas de reataurantes “Famous Daves”




El Alcalde de Nueva York “Mike Bloomberg”




Jay Kinder (# 2 Agente en ventes de Coldwell Banker en el mundo) y mi esposa.




James Malinchak es uno de los mejores oradores motivacionales que conozco, aparte de mí … haha




Ex-Presidente de la República Dominicana, Hipólito Mejía




Una locura!